martes, 31 de mayo de 2016

¿Qué fue de Sócrates?

El Correo de Andalucía 31/05/2016

La última semana me ha hecho recordar mis días de instituto, en una época en que el griego clásico y la filosofía no parecían asignaturas inútiles. Y se me ha venido a la memoria una frase recurrente que Platón ponía en boca de Sócrates: «Los sabios proceden con moderación».

Y he recordado esta frase, tras las elecciones en Austria y las referencias al avance de la ultraderecha. Desde mi punto de vista se trata de un análisis incompleto. No es sólo que la ultraderecha esté avanzando, es que la moderación está retrocediendo. En Austria, por ejemplo, por primera vez han quedado fuera de la segunda vuelta el partido socialista y el cristiano demócrata, un síntoma más de la mala situación de los partidos tradicionales en el viejo continente. ¿Quizás el fenómeno Trump obedezca al mismo proceso?

La situación económica y social de Europa ha llevado a los votantes a ser más radicales y extremistas en sus comportamientos electorales y eso ha desembocado en un auge de partidos de extrema izquierda y de extrema derecha, o en el endurecimiento de los discursos de los partidos tradicionales, que ven como sus posiciones históricas no hacen más que distanciarlos de sus teóricas bases sociales. ¿Es justo pensar que esto se debe sólo a la mala calidad de nuestra clase política? ¿No ha sido también el comportamiento de los electores el que ha provocado, por ejemplo, el endurecimiento de las posiciones de Merkel con respecto a los refugiados? ¿Si las posiciones moderadas fueran las imperantes entre los votantes alemanes creemos que la CDU se hubiera planteado la necesidad de cambiar su posición inicial?

Y es que ya lo decía Bernard Shaw, la democracia garantiza que no seamos gobernados mejor de lo que nos merecemos.

martes, 24 de mayo de 2016

El Día del Celíaco



Sé que las personas que me conocen esperarían que este primer artículo tratara sobres las próximas elecciones. Sin embargo, me siento en la obligación moral de abstraerme momentáneamente de la atmósfera política y futbolística que lo invade todo y centrarme en un hecho que, no por pasar más desapercibido, es menos importante. El próximo viernes es el Día del Celíaco y quiero mostrar solidaridad con un colectivo que, sólo en Sevilla, incluye a casi 20.000 personas.

Cuando comencé a tener relación con la enfermedad hace más de una década –soy padre de una hija celíaca y la naturaleza se ha encargado de concienciarme– el desconocimiento era absoluto. Hoy, sin embargo, es bastante común que cuando a alguien le menciones la enfermedad sepa, al menos, que consiste en una intolerancia al gluten y que los que la padecen no pueden ingerir trigo y otros cereales. También es bastante común encontrar quien te diga «ya hay muchas cosas para celíacos».

Y es cierto. Pero todo lo que se ha conseguido en los últimos años ha sido por la visión comercial de algún establecimiento que veía en el colectivo un apetitoso nicho de mercado o, sobre todo, por el esfuerzo de un puñado de afectados que han dedicado de manera desinteresada gran parte de su tiempo a intentar mejorar la calidad de vida de personas que cuando salen se tienen que conformar con una pechuga de pollo a la plancha mientras los que están a su alrededor se deleitan con una cola de toro o unas espinacas con garbanzos, o viven con resignación el hecho de que una modesta pieza de pan cueste más de tres euros de media.

Lamentablemente los poderes públicos, en este asunto, no están, aunque se les espera. De momento ni la Junta ni el Gobierno están a la altura, y es una pena.

Puede ver el artículo original aquí.