jueves, 6 de mayo de 2010

Una planta masónica para Madrid

La capital de España no es de nueva planta como la de Estados Unidos y por tanto es difícil encontrar grandes combinaciones simbólicas en su urbanismo. Pese a ello conserva algunos interesantes restos de la presencia masónica desde que se abriera en 1728, en el hoy desparecido hotel San Bernardo en la calle del mismo nombre, la primera logia impulsada por francmasones británicos fuera de Inglaterra y consagrada por el aventurero duque de Wharton, quien a su muerte fue enterrado en el monasterio de Poblet, en Tarragona. Han pasado bastantes años desde entonces y hoy, según propias fuentes masónicas, se calcula que el número de españoles iniciados en la francmasonería alcanza los cuatro mil.
Para empezar, contamos con numerosos monumentos dedicados a masones, como la estatua ecuestre de Espartero junto al parque del Retiro o el monumento a Emilio Castelar en la glorieta del mismo nombre (donde tres figuras femeninas en representación de la Belleza, la Fortaleza y el Conocimiento coronan un alto pedestal a cuyos pies el famoso político iniciado se dirige al pueblo). Las referencias a la orden las hallamos también en las fachadas de diversos edificios como la Escuela de Ingenieros de Caminos o el Ministerio de Agricultura, o en su interior, como los frescos del techo en el Salón de Actos del Ateneo, tradicional centro de reuniones masónicas a lo largo de su existencia. Y por supuesto en el callejero, donde muchas de las calles más importantes llevan el nombre de miembros de la fraternidad, desde Argüelles hasta Cea Bermúdez pasando por Zurbano, Gregorio Marañón, Mesonero Romanos, Goya, Meléndez Valdés y otros.
Otros lugares especiales son el Paseo de las Acacias, un lugar especialmente querido por diversos alcaldes madrileños iniciados en la masonería que plantaron numerosos ejemplares de este árbol que nos retrotrae a la leyenda de Hiram, y el Templo de Debod: no tendremos obelisco egipcio, después de todo, pero sí un auténtico templo, aunque no demasiado antiguo pues data de la época ptolomeica: llegó a España en 1968 (1+9+6+8=24=2+4=¡6!) en compensación por el apoyo de nuestro país a la operación de la Unesco para salvar los templos nubios, y especialmente Abu Simbel, tras la construcción de la presa de Asuán.
Dos son los lugares de mayores, por lo evidente, influencias masónicas. El primero es el llamado Pasillo Verde Ferroviario que antiguamente estuvo “sembrado” con columnas salomónicas y figuras geométricas platónicas, aunque las primeras desaparecieron víctimas del vandalismo y las segundas están sepultadas por los grafitis. Su estructura se basa en la erección de un obelisco de hierro oxidado sobre un cubo de mármol cada dos plazas. A partir de la segunda, aparece también un monumento con los llamados Cinco Cuerpos Platónicos. Las sujecciones de las barandillas son triangulares, con un círculo en su interior, y las escaleras se suceden en secuencias de tres, cinco y siete que coinciden con las edades simbólicas del Aprendiz, el Compañero y el Maestro de la masonería. Más adelante, en el Paseo de la Esperanza, que hace esquina con el de las Acacias y está próximo a la glorieta de Pirámides, existe un parque público con dos pirámides y una fuente también de aspecto piramidal, en cuyos flancos encontramos unos bancos con forma de escuadra.
El segundo lugar es la Puerta Sur o Parque Enrique Tierno Galván, que posee:
a) una rampa en la que se alternan losas blancas y negras,
b) una gran construcción geométrica calculada para que el primer rayo de sol de los solsticios se proyecte en un lugar específico,
c) una chimenea metálica compuesta por cinco cuerpos y con cuarenta y nueve metros de altura (siete veces siete) en cuya parte superior se pueden observar las iniciales ALGADU (Al Gran Arquitecto Del Universo) separadas por los tres puntos masónicos clásicos,
d) un damero similar al empleado en el enlosado de los templos masónicos.
El arquitecto que diseñó la Puerta del Sur y luego se encargó de la gerencia del Pasillo Verde Ferroviario, Manuel Ayllón, publicó en 1993 un revelador libro titulado El acercamiento profano al arte sagrado en el que explicaba el significado de su obra inaugurada en junio de 1992. Según Ayllón, la Puerta del Sur se ubica en el punto exacto del cruce de dos ejes: uno terrestre que se obtiene al unir en línea recta el Observatorio Astronómico (lo astral), el cerro Negro (lo oscuro) y el Cerro de los Ángeles (lo celestial) y otro dedicado a Dionisos que es el señalado entre la iglesia de la Cruz (construida sobre las ruinas de otra templaria de la orden de Calatrava), la torre de hierro Laus Deo erigida delante de la estación de Delicias y el teatro al aire libre del Parque Tierno Galván. Es por tanto la representación del justo medio, el número cicno, porque ni sube ni baja.
Una línea del metro de Madrid conecta estos lugares: es la cinco, claro, con paradas de nombres tan interesantes como Pirámides o Acacias.

Fuente: Las claves de el Símbolo perdido, todo sobre los misterios y revelaciones de la última novela de Dan Brown.

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