martes, 27 de noviembre de 2007

REFLEXIONES SOBRE LA LIBERTAD

Aseguraban los existencialistas (y humildemente lo comparto) que el ser humano, el hombre, es el único animal que, hablando con propiedad, tiene "existencia", concebida esta como una actualidad absoluta, no como algo estático de lo que se pueda decir que es, sino como algo que se crea a sí mismo en libertad, que deviene, que es un proyecto. La existencia es algo que pertenece sólo a los seres que pueden vivir en libertad.

La libertad es, por tanto, una característica irrenunciable de la humanidad, aunque existen también otras características propias del "ser" humano, entre las que quiero destacar otras dos:

  • Somos únicos. Cada uno de nosotros en un individuo que debe ejercer su propia libertad inalienable.

  • Partiendo de la base de que es respetable cualquier interpretación con respecto a la existencia de una o varias vidas después de la muerte, o de la trascendencia del ser; lo único que podemos asegurar sin lugar a dudas es que hemos de vivir con la certeza de que algún día vamos a morir. Esto diferencia también al hombre de los animales, pues el hombre es el único animal que tiene conciencia de su propia muerte. La muerte se convierte en una compañera de viaje que, permanentemente nos "angustia".
Y esta otra característica, la mortalidad hace que renunciemos a nuestra individualidad (a toda o a tan sólo una parte) para compartir la vida con nuestros semejantes. Este es, segun Savater, el origen de las sociedades: Las sociedades funcionan como "máquinas de inmortalidad" que utilizamos para combatir la amenaza de la muerte. El grupo social se presenta como lo que no puede morir, a diferencia de los individuos, que están condenados a hacerlo. Los elementos que hacen comunidad, como las patrias, las naciones, las banderas... han estado ahí antes de que nosotros llegáramos y seguirán estando cuando nos vayamos.

Aun cuando la libertad nos proporciona independencia y racionalidad, también nos obliga a ejercer una responsabilidad sobre nosotros mismos. Debemos tomar las riendas de nuestra existencia, asumiendo nuestros errores que, sin duda, van a producirse. Somos arquitectos de nosotros mismos. Sin embargo, este "exceso" de responsabilidad ha degenerado también en la aparición de algunos mecanismos de evasión que resultan de la misma inseguridad del individuo: el autoritarismo , la evasión, el conformismo... Eso que Erich Fromm llamaba el "miedo a la libertad", que nos impulsa a "ceder" nuestra libertad a terceras personas.

El ser humano ha vivido durante siglos en un estado de "minoría de edad" social. Hemos, sucesivamente, cedido nuestra libertad a las diferentes divinidades y a sus representantes en la tierra, en lo civil y en lo religioso. Nos sentimos mucho más seguros si, en vez de ser nosotros los que tenemos el riesgo de equivocarnos, son otros los que toman las decisiones por nosotros. Mucho mejor, si además éstos son infalibles, o tienen algún tipo de origen divino.

No es hasta la Ilustración cuando el hombre se hace "mayor de edad" y empieza poco a poco a tomar las riendas de su propia libertad.

No pretendo que este blog sea una mera reflexión filosófica, puesto que otras mentes mucho más brillantes que la mía ya han expresado, mucho mejor, ideas similares. El "hilo de Ariadna" que pretendo seguir en este escrito, quiero que me conduzca a hacer una reflexión profunda y de base: ¿Es el socialismo la ideología que ha de permitir al ser humano progresar en los próximos siglos?

Teniendo en cuenta que habíamos definido que, entre otras que se le puedan ocurrir al lector, las características que forman parte de la "arquitectura ontológica", según hemos enunciado, son la libertad, la individualidad y la mortalidad, parece correcto pensar que,quel sistema de regulación de la vida social que sea más fiel y que permita desarrollar más estos aspectos de nuestra arquitectura ontológica, será el mejor sistema posible.

En este sentido, teniendo en cuenta que la individualidad, como ya hemos expresado con anterioridad, queda aparcada casi en su totalidad por la vida en sociedad, necesaria para poder convivir con nuestra mortalidad, parece que, de los tres aspectos enunciados, la libertad es aquel en el que nos debemos centrar.

Como bien ha dicho Ralf Dahrendorf, "este viaje es elviaje de las ideas, pero también el de la construcción de la vida de los hombres reales en el mundo real. Por lo demás, el destino del viaje es claro; se llama libertad." ¿Pero, qué entendemos por libertad? ¿Acaso no hay que darle la razón a los deterministas, sobre todo en el seno de la Iglesia, que entienden como algo obvio que el hombre no es libre, porque no puede hacer cuanto se le antoje?

A la libertad le pasa, a menudo, como a otras muchas grandes palabras, como la igualdad, la fraternidad, la bondad, la solidaridad... que a fuerza de ser utilizadas,incluso, por su peores enemigos, acaban perdiendo todo significado. ¿O no resulta cínica la divisa que figuraba en los portones de los campos de exterminio nazis: "El trabajo hace libre"?

En este sentido, es interesante apuntar que, desde el punto de vista social, somos más libres, en tanto en cuanto la sociedad nos permita desarrollar todas y cada una de nuestras capacidades, al desarrollo de nuestro "yo". Por tanto, la libertad está muy ligada al concepto de oportunidades. Las oportunidades son opciones, posibilidades de elección. Esta es, desde mi punto de vista, la principal característica de una sociedad que quiera denominarse como libre y define, además, el camino que se debe seguir para seguir profundizando en la libertad y, por tanto, en el progreso.

¿Y no nos ha de llevar a pensar esto que el mejor sistema es el que define el liberalismo, contrario al socialismo?

He de confesar que, con respecto a este particular, existe incluso entre las filas de los partidos socialdemócratas un error históricamente muy común. Los partidos socialdemócratas modernos hace ya bastantes años que abandonaron el marxismo que, durante gran parte del siglo XX parecía consustancial con ellos. De hecho, y prometo profundizar en esta idea en sucesivas entradas del blog, hoy por hoy, el socialismo moderno debe mucho más al liberalismo político (que no económico) surgido de la Revolución francesa, que al marxismo posterior.

Me gusta pensar en un socialismo democrático que auna la defensa inquebrantable de la libertad, con un sentido profundamente humanista. Y es por esto que entiendo que el socialismo democrático es la ideología que mejor satisface las exigencias del "ser" humano, lo que Fernando de los Ríos, probablemente la mente más preclara del socialismo español de la II República, definía como el "humanismo socialista", enfrentado al marxismo. Eso que, tan magistralmente ha definido Javier Otaola diciendo que "Fernando de los Ríos funda su socialismo en una exigencia filosófica, podríamos decir ontológica: la condición del ser humano como ser racional autoconsciente, que hace del logro de sus proyectos vitales un fin y un sentido para su vida, que construye sentido hace que él mismo no pueda ser reducido a medio o mercancía y esa misma condición hace que además pueda reclamar de la sociedad como derechos subjetivos que le son debidos los medios y posibilidades que necesita y que socialmente se le puedan garantizar."

El socialismo es, en definitiva, la ideología que mejor permite progresar a los hombres y desarrollar plenamente sus capacidades, siempre y cuando parta de un origen liberal y humanista, abandonando toda tentación dogmática, autoritaria o paternalista.

He dicho.

1 comentario:

Anónimo dijo...

opino como tu! muy buen sitio