jueves, 10 de septiembre de 2009

El puño en alto es un saludo


He querido recuperar este artículo en el que los protagonistas no están ya entre nosotros y que, a la vista de las declaraciones recientes, debemos echar de menos. Me refiero a Don Enrique Tierno Galván y Don Paco Umbral.

Corría el año 1976 y no hacía mucho que acababa de morir el Dictador, cuando Paco Umbral, por aquel entonces columnista del EL PAÍS, alababa la gran aportación que el "viejo profesor" hacía al espíritu de reconciliación de la, por aquel entonces incipiente, Transición, al afirmar que "el puño en alto ya no es una amenaza, sino un saludo, una manera de diferenciarse del saludo fascista con la mano abierta."

Las declaraciones del Sr. Rajoy equiparando el saludo socialista con el saludo romano fascista reflejan, además, un profundom desconocimiento de la historia. Sepa usted, Sr. Rajoy, que el puño izquierdo levantado es un gesto que ha sido símbolo de la socialdemocracia desde la Segunda Internacional. De hecho, los comunistas levantan también el puño, pero se trata del derecho, el de la Tercera Internacional. El puño izquierdo levantado es, por tanto, el símbolo de los que defendemos la unidad de la clase trabajadora y la lucha por la libertad, en paz y en democracia. Nada comparable al saludo fascista que representa la opresión y el genocidio.

Los socialistas nos sentimos orgullosos de nuestros 130 años de historia y asumimos sus luces y sus sombras, sus símbolos y emblemas. Otros prefieren padecer amnesia. O peor, quieren que la sociedad española la padezca.

Para evitar el olvido, no hay nada mejor que esforzarnos en recordar el pasado. En este caso, de la mano de un Paco Umbral del que Mariano Rajoy ha afirmado que "es el gran cronista de la España contemporánea, capaz de mirar la realidad desde la altura de su independencia y capaz de ofrecernos esa mirada convertida en arte gracias a su talento."

Tiene usted mucho que aprender de Paco Umbral, Sr. Rajoy.

El puño en alto

FRANCISCO UMBRAL 13/06/1976

A don Enrique Tierno Galván le he visto el otro día levantar el puño blandamente, casi sin cerrarlo, y dijo que el puño en alto ya no es una amenaza, sino un saludo, una manera de diferenciarse del saludo fascista con la mano abierta. A Tierno Galván le va debiendo la política española no sólo la relajación de los ánimos, sino incluso la relajación de los puños.Lola Gaos saluda con el puño muy levantado. Está entre Dolores Ibarruri y su hermano José Gaos, el gran filósofo muerto de soledad en el exilio. Los jóvenes obreros levantan un puño duro como una fruta temprana y las jóvenes estudiantes levantan un puñito rosa como un melocotón en almíbar marxista-leninista. Una periodista escribía una vez en el «Ya» diciendo que había visto a Paco García Salve, puño en alto, cuando salió de la cárcel, y que le había dado miedo. Tampoco es como para ponerse en esa tesitura, madama. Yo he charlado algunas mañanas con García Salve sobre literatura, teatro, política y mujeres, y le puedo prometer a usted, señora (en Serrano decimos prometer, que jurar es más ordinario), que el joven jesuíta, vestido antes de sotana y vestido ahora de chabola, no asusta a nadie. Tiene una bondad de camisa a cuadros y mucho madrugar, que ha hecho que, efectivamente, amanezca más temprano, pero sin sangre.

El saludo puño en alto se va haciendo frecuente en el país. Va habiendo como una granazón de puños por la arboleda perdida a la que Alberti no acaba de regresar, quizá por aquello de que Madrid, y no sólo Roma, también es peligro para caminantes, que de noche todos los «missinos» son pardos. Hay ya un limonar de puños en la vida española, pero esperemos que no sean los limones amargos de Durrell, sino los limones redondos del Camborio, y que vayan poniendo de oro el agua mansa de la vida nacional, sin el prendimiento y la muerte de Federico, con que acaba el famoso romance y empieza nada menos que la guerra civil.

En esta cosecha de puños, en esta granazón de oro e idea que para algunos va. siendo alarmante, retrospectiva y prematura al mismo tiempo, don Enrique Tierno Galván ha puesto, una Vez más, el bálsamo de su palabra sosegada y casi clerical de izquierdas. Su palabra, que ha dado en el naranjal de los jóvenes puños cerrados como da el sol suave de la media tarde, endulzándolos.

-No es una amenaza -ha dicho. Es un saludo.

Pensemos ya por nuestra cuenta (hay quienes sólo piensan por cuenta de Tierno o de Balmes, pero siempre por cuenta de alguien) que el darse la mano también empezó siendo un gesto bélico, una comprobación de que el contrario no llevaba armas en ella, y hoy ese gesto se ha quedado en saludo, perdida para siempre la connotación bizarra y guerrera del origen. Pues igual puede pasar con la floración temprana y la fruta impaciente de los puños.

Tampoco la mano extendida, la mano en alto, era agresiva en principio, porque al fin y al cabo, los gestos no son nada, pero aquello tenía una genealogía romana, imperial, que implantó un palmar sangriento en el corazón de Europa. Los gestos significan porque la historia los cargó de significado, como pistolas. Y me parece oportuno, por eso, lo que le he oído a Tierno Galván a propósito del puño en alto y, sobre todo, su manera de levantar el puño, un poco floja, un poco cansada. Es el puño que no esconde nada -ni siquiera el dije del rencor milenario-, sino que se cierra con la mínima energía imprescindible del que quiere poner un punto y aparte en la escritura del aire que es la historia.

-Ya no damos miedo -ha dicho él mismo.

Y acto seguido bajó el puño para dar la mano.

1 comentario:

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Será un saludo, pero es un saludo sin decoro que expresa violencia. El puño en alto se usa para golpear y es un símbolo empleado por ideologías revolucionarias y emancipatorias a las que el PSOE no ha sido ajeno, a pesar de haberse distanciado de ellas al son de los tiempos.