jueves, 10 de enero de 2008

GAIA, UN RELATO DE CIENCIA FICCIÓN



Si puedes leer este relato, tienes la suerte de no estar entre las cerca de dos mil millones de personas en el mundo que no saben ni leer, ni escribir.



Cuaderno de bitácora, día 1, año 10.000 de la verdadera luz.
Capitán Ulises Locke, a bordo de la nave Prometeo, en misión de reconocimiento.
Nuestros observadores acaban de recibir un mensaje de socorro de la Colonia GAIA, en órbita alrededor de la 3ª luna del Sistema Omicrón Persei 7.
Recibimos órdenes de la Base de dirigirnos a las coordenadas marcadas para investigar lo ocurrido y redactar un informe completo y detallado.
Fin de la entrada.


Cuaderno de bitácora, día 3, año 10.000 de la verdadera luz.
Hemos llegado a la localización de la Colonia. Desde el espacio, la imagen parece normal, aunque se observa en los sensores un dato enormemente preocupante: El indicador de vida es sólo de 0.1, lo cual, teniendo en cuenta que la medida de la vida contempla todos los organismos vivos de la colonia (microoganismos, vida vegetal, animales y, por supuesto, seres humanos), nos arroja un dato enormemente preocupante. No existen evidencias de casos anteriores de tal grado de exterminación en una Colonia. Tampoco se observa en los reactores actividad energética alguna.
Fin de la entrada.


Cuaderno de bitácora, día 4, año 10.000 de la verdadera luz.
Consultada Base de Datos del Prometeo.
La Colonia GAIA es, o para ser más exactos, era, un sistema autónomo y autosuficiente, en el que vivían un millar de personas, entre personal administrativo, de control y operarios. La administración de la Colonia era responsabilidad del Gobernador Sam, quien la dirigía, junto con su Comité consultivo de diez notables, las personas con mayor influencia de la Colonia. Sus familias, unos ochenta miembros en total, eran también las personas más acaudaladas de la misma.
Como dato, decir que el Comité recibía el 60% de todos los ingresos provenientes de la Colonia. El resto, se repartía, de forma desigual, entre los más de novecientos habitantes restantes, muchos de los cuales, probablemente, no tendrían ni para vivir. Curiosamente, seis de los notables pertenecían a la propia familia de Sam.
Fin de la entrada.


Cuaderno de bitácora, día 5, año 10.000 de la verdadera luz.
Los cálculos de Madre, ordenador central del Prometeo, nos han arrojado unos datos escalofriantes a propósito de la gestión llevada a cabo en GAIA.
GAIA es una de las Colonias más ricas de entre todas las repartidas por la Galaxia. Los ingresos de la Colonia eran superiores a un Millón de Medallas mensuales, lo que nos da una rentabilidad muy por encima de la media. Si se parte del cálculo de que una persona normal necesita un promedio de cincuenta Medallas al mes para vivir, había en la Colonia recursos suficientes para que toda su población hubiera vivido con comodidad y sin problemas. Sin embargo Madre insiste en que unos ochocientos habitantes de la Colonia vivían con menos de la mitad de esa cantidad y que, incluso, unas ciento treinta personas morían de hambre al año en la Colonia. Eso sólo puede significar una cosa: los cálculos de Madre están mal. Se llama al Servicio de Mantenimiento para la reparación.
Fin de la entrada.


Cuaderno de bitácora, día 7, año 10.000 de la verdadera luz.
El Servicio de Mantenimiento nos confirma que Madre se encuentra en perfecto estado y que sus cálculos son correctos. Vemos en la Base de Datos que los ingresos del Gobernador eran cuatrocientas Medallas mensuales, dejando morir de hambre a las personas que estaban a su alrededor. Otro dato nos hace estremecernos: de entre los muertos, veinte eran niños pequeños. Parece empezar a confirmarse que, sin duda, el Gobernador Sam era un tirano.
Fin de la entrada.


Cuaderno de bitácora, día 9, año 10.000 de la verdadera luz.
Hemos investigado la trayectoria del Gobernador Sam y se trata del tirano más abyecto que se haya conocido jamás. Su familia se ha dedicado a la explotación de las riquezas de la Colonia, “completando” sus ingresos con la venta de armamento. Aunque las personas de la Colonia no tenían casi para comer, y entre los ficheros médicos se han detectado quinientos casos de desnutrición, la mitad de la Colonia, la mayoría de las familias tenían armas vendidas por los miembros del Comité a precio de oro. Sin duda, tal concentración de armamento no ha podido traer nada bueno.
Fin de la entrada.


Cuaderno de bitácora, día 10, año 10.000 de la verdadera luz.
Nuevos datos estremecedores. GAIA era una estructura de dos plantas. En la Primera Planta vivía la mayor parte de la población de la Colonia, que se dedicaba al trabajo en el sector primario, fundamentalmente, a la recolección y al cuidado de los animales. Si bien el Consejo había desarrollado una elaboradísima normativa que regulaba casi todos los supuestos posibles de interacción entre sus miembros, no existía ninguna regulación de la vida de los habitantes de la Primera Planta. El régimen era similar al feudal, teniendo los miembros de la clase dirigente derecho de vida o muerte sobre todas las personas de la Primera Planta. El fruto de su trabajo se almacenaba y comercializaba en la Segunda Planta. Las personas se organizan en familias, peleadas unas con las otras, aunque también era frecuente ver cómo, a menudo, había enfrentamientos en el seno de las propias familias. Estos enfrentamientos eran, frecuentemente, promovidos por el Gobernador y sus más cercanos colaboradores para resolver demandas sociales de la clase más pobre, o cuando hacía falta revitalizar el comercio de armas. En cuanto a este último aspecto, se permitía llevar armas a toda la población, incluyendo a los niños. El asesinato de una persona de la Primera Planta, lo cual como hemos comprobado era algo habitual, no estaba penado de ninguna forma.
Fin de la entrada.


Cuaderno de bitácora, día 11, año 10.000 de la verdadera luz.
Hemos podido acceder al Diario de la Colonia. Está cifrado pero nuestros técnicos trabajan día y noche para desencriptarlo. Por el momento hemos podido descifrar episodios, parece ser que habituales, en los que personas de la Primera Planta huían de ésta para ir a vivir entre el personal de la Segunda Planta. La huida se realizaba a través de los conductos secundarios (basuras, ventilación, etc.) ya que se necesitaba portar un chip de control para acceder legalmente a la planta principal que, evidentemente, era imposible de conseguir. Es por esto que, dichos habitantes, recibieron el apodo de “ilegales”. A causa de este chip, los que conseguían acceder a la Planta superior no podían ingresar en la sociedad de manera normal. Más bien al contrario, debían vivir en la ilegalidad y alimentarse de las sobras de la población dirigente. Como quiera que la población dirigente había empezado a consumir una cantidad de alimentos bastante mayor de la necesaria, el Gobernador permitía esta economía sumergida porque las familias de la clase dirigente solían ser tan obesas que apenas se podían mover e, incluso, había determinados trabajos manuales que, simplemente, nos les apetecía hacer. En los últimos tiempos parece que entre la clase dirigente se había puesto muy de moda un invento del Gobernador, el “desneuralizador”, que sumía a la mayor parte de la clase acomodada en un estado tal de placentero atontamiento, que les impedía realizar actividad de ningún tipo. Como consecuencia, el Gobernador podía hacer y deshacer a su antojo, sin miedo a las esporádicas y raras muestras de rechazo por parte de algunos miembros de la clase dirigente. Se observan innumerables casos de personas que murieron de forma horrible intentando acceder a la Segunda Planta, pero esto no impedía que, mes tras mes, lo intentaran cada vez más personas. Aquellas que conseguían establecerse en la Segunda Planta podían vivir perfectamente con las abundantes sobras de la población dirigente, lo que causaba un importante efecto llamada. Es probable que este intercambio sirviera para que la población mayoritaria, pero pobre de la Colonia tomara conciencia de lo mal gestionada y distribuida que estaba la riqueza de la Colonia, y de su enorme fuerza en comparación con la acomodada y atontada clase dirigente.
Fin de la entrada.


Cuaderno de bitácora, día 13, año 10.000 de la verdadera luz.
El Diario de la Colonia nos sorprende cada día con datos más preocupantes y, desde nuestro punto de vista, ilógicos. Parece ser que la gestión de la Colonia no sólo era cruel con las personas, sino ineficaz en el control de la producción y de los recursos. No existía el más mínimo control sobre los consumos de energía y recursos desde la Segunda Planta, lo que había provocado que las máquinas de soporte vital hayan tenido que trabajar la mayor parte del tiempo muy por encima de sus posibilidades. Tampoco se tenía ningún control sobre los residuos, que se vertían descuidadamente por toda la Primera Planta. Hemos podido descifrar el informe de uno de los ingenieros de la Segunda Planta, avisando de que el abuso que se hace de dichos recursos va a llevar a la nave al colapso. Parece ser que la petición fue desestimada por el Consejo y el técnico fue apartado de su puesto por considerársele “peligroso” para el buen gobierno de la Colonia.
Fin de la entrada.


Cuaderno de bitácora, día 15, año 10.000 de la verdadera luz.
Parece ser que empezaron a surgir voces entre la propia clase dirigente para que cesara la tiranía del Gobernador Sam, e hicieron un llamamiento general al hermanamiento entre todos los habitantes de la Colonia, sin distinción de Planta, nivel de ingresos o versión del chip, que desembocó en la Publicación de un Manifiesto que se distribuyó en ambas plantas. Toda la tripulación del Prometeo ha descansado hoy esperanzada por este descubrimiento.
Fin de la entrada.


Cuaderno de bitácora, día 17, año 10.000 de la verdadera luz.
Esto es terrible, hemos descubierto que el Manifiesto no tuvo la más mínima repercusión. Sólo el 10% de la población de la Primera Planta sabía leer, y casi todos eran funcionarios a sueldo del Gobernador. En la Segunda Planta los firmantes del Manifiesto son perseguidos, juzgados y ajusticiados.
Fin de la entrada.


Cuaderno de bitácora, día 19, año 10.000 de la verdadera luz.
Por fin nuestros criptógrafos han accedido a los archivos que relatan los últimos días en la Colonia. Son reveladores aunque no concluyentes. En ellos se cuenta cómo los “ilegales” de la Segunda Planta, se han levantado en armas contra el Gobernador y su Consejo. En los últimos párrafos, las noticias consignadas se refieren a cómo entre los habitantes de la Primera Planta y los “ilegales” de la Segunda, han roto violentamente la barrera que controlaba el acceso entre ambas. Se ha declarado la guerra abierta y fratricida.
Hemos de preparar urgentemente una expedición tripulada a la Colonia. Aunque los Indicadores de Vida no nos dan lugar a dudas, aún nos queda la esperanza de encontrar a alguien con vida que nos aclare lo ocurrido y nos aferramos a ese 0.1, como nuestra última esperanza.
Fin de la entrada.


Cuaderno de bitácora, día 21, año 10.000 de la verdadera luz.
Hemos vuelto de la expedición a la Colonia. Lo que hemos visto nos ha estremecido de una manera indescriptible. Estoy convencido que, después de esta experiencia, no volveré a ser el mismo.
Las conclusiones parecen claras, la rebelión fue sangrienta, pocos de los habitantes de la Segunda Planta salieron con vida de ella. Los habitantes de la Primera Planta tenían todas las de ganar: estaban armados hasta los dientes y lo único que tenían que perder eran sus vidas y éstas, hacía tiempo que no les pertenecían.
Sin embargo, la catástrofe final no vino de ellos sino, como no podía ser de otra forma, del Gobernador Sam. Éste, en un último momento de desesperación, cuando los insurgentes estaban a punto de llegar hasta él, apagó el soporte vital e hizo estallar el reactor. El resultado fue la aniquilación total de toda posible vida en la Colonia. El 0.1 que nos arrojó el sensor de vida se debía a unos pequeños insectos que, sin duda, habían sido capaces de sobrevivir entre los cadáveres en condiciones tan adversas: las cucarachas. Sin duda, algo debíamos aprender de ellas y de su instinto de supervivencia que era, precisamente lo que habíamos echado en falta entre nuestros semejantes, los colonos.
Fin de la entrada.


Cuaderno de bitácora, día 29, año 10.000 de la verdadera luz.
Hemos tomado muestras y documentado suficientemente el informe. No podemos entender cómo todos dejaron que los acontecimientos llegaran hasta el punto de la mutua destrucción de todos los seres humanos de la Colonia.
Fin de la entrada.


Cuaderno de bitácora, día 33, año 10.000 de la verdadera luz.
Capitán Ulises Locke, a bordo de la nave Prometeo, en misión de reconocimiento.
Abandonamos la Colonia GAIA, en órbita alrededor de la 3ª luna del Sistema Omicrón Persei 7, a su suerte y a sus nuevos moradores, en espera de que sepan convivir mejor de lo que lo hicieron nuestros semejantes. Desde la Base de operaciones me piden un diagnóstico de las causas de los acontecimientos sucedidos en la Colonia. La única causa que se nos ocurre es que, debido al deficiente funcionamiento de los sistemas de soporte vital, todos se habían vuelto completamente LOCOS.
Nos dirigimos al punto cero de nuestras coordenadas en espera de una nueva misión.
Fin de la grabación.

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